RENACER...
"Nació una bella mañana soleada...
Pesó 1.000 toneladas de flores.
Midió 14.113.739 metros de sonrisas.
El color de sus ojos fue verde esperanza.
La llamaron primavera"
Geo Nacif
Renacer.
Volver a nacer.
Nacer de nuevo.
Florecer.
Dar flores.
Prosperar.
Esperanzas que se renuevan.
Después de todo, cada estación tiene lo bello.
El sol que envuelve en verano,
las hojas de otoño que deben partir,
el frío necesario para encontrarse dentro,
y la primavera que nos muestra que la vida siempre se abre camino.
Cuando abordamos las estaciones del año, las artes (tal como estuvimos compartiendo en la página) nos aportan el sabor de lo estético, los colores, aromas y recuerdos que se nutren en cada uno de estos escenarios naturales.
Sólo hay que dejarse atravesar. ¡Y aprender a mirar, oler, sentir!
Barrer en nuestra práctica un poco con lo obvio, desmalezar (maravilloso verbo) para que crezca lo necesario y lo bueno.
Revisar lo hecho sin sentido, sin dejar de enamorarse del color y la propia vivencia en cada una de estas estaciones.
Quizá el primer ejercicio sea sentarnos a pensar cómo nos hemos conectado con las estaciones. De qué forma la metamorfosis nos remite a los recuerdos de quienes fuimos y quienes somos.
En mi caso, aquella chiquita miedosa que pedaleaba desde lo de su abuela a su casa, y, en el medio, armaba un ramito de retamas amarillas para su mamá.
La misma que saltaba sobre las hojas crispadas de otoño.
La misma que huía de la siesta del verano y esperaba las tardes de invierno para comer buñuelos.
Las estaciones del año nos invitan a revivir los más recónditos rincones en donde crecimos, y somos, y seremos...
¿Qué recuerdos te traen las estaciones?
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