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Los derechos de las infancias, un deber de los adultos...

"El destino reservado a los niños depende de la actitud de los adultos..."

Françoise Dolto


Claro que son necesarias las palabras.

Porque las palabras, queramos o no, encierran intenciones.

Buenas, a veces no tanto.

Conscientes, a veces no tanto.

Por eso traigo frecuentemente palabras. Con la ferviente esperanza de que no se queden encerradas en deseos.

Traigo palabras para que hablemos de los Derechos de las Infancias.

Para que pongamos en letras aquello que debe ser, y que no siempre es...

Para que charlemos de los derechos maravillosos que a todos les corresponden y que no todos habitan.

Para que nos tomemos al menos un par de minutos para leer y darnos cuenta...

Que jugar es un derecho, y todos los niños y niñas aprenden más y mejor jugando... y que jugar es cosa seria.

Que la identidad es mucho más que el nombre...

Que el trabajo es para los adultos...

Que el mundo debe ser un lugar amable para ser habitado por ellos... y por las generaciones que los heredarán...

Que todos tienen derecho a un techo que los ampare y los proteja, pero que un hogar es mucho más que paredes y tejas...

Que todos tienen derecho a llenar las escuelas y las escuelas debemos "llenarlos" de maravillosas vivencias.

Que las opiniones de los chicos y chicas cuentan siempre, sólo basta con escucharlos para darse cuenta de eso...

Que no todos estos derechos se cumplen...

Que hay niños y niñas que no juegan,

Que hay niños y niñas que no conocen su nombre, su origen, y por lo tanto tienen una identidad vedada.

Que hay niños y niñas que trabajan delante de nuestras narices...

Que poco hacemos los adultos por el mundo en el que viven y vivirán...

Que hay para muchos niños y niñas techos de chapa, cartón y hay techos de cielo abierto... aunque sea hermoso mirar las estrellas.

Que hay niños y niñas que no conocen la escuela, y escuelas que no abrazan a todas las infancias por igual...

Que hay niños y niñas silenciados, violentados, traficados, refugiados, abusados, exiliados...

Mientras esto pase, el 20 de Noviembre sólo será palabras, necesarias para ser dichas, necesarias para ser escuchadas.

Porque también hay niños y niñas felices, pero no son todas las infancias.

Que los derechos de todos ellos sean nuestro deber diario.



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