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Lectura comprometida: niños, preadolescentes y adolescentes


"Un lector vive mil vidas antes de morir.

El que nunca lee, sólo vive una."

George R.R. Martin

La lectura constituye un campo donde se entrelazan la realidad y la fantasía.

Históricamente, la literatura ha estado bajo la lupa. La literatura social, controvertida, política, se ha antepuesto a la literatura por placer, oscilando una y otra como predilectas desde el punto de vista pedagógico.

Yo pienso que al momento de generar un hábito de lectura, es importante siempre y antes que nada tener en cuenta los intereses del lector. Hoy el mercado de libros se abre frente nuestro repleto de opciones para todos.

Así es como los niños desde temprana edad se sumergen en las sagas como si fueran protagonistas reales de escenarios de magia, juegos, confabulaciones.

Hay una edad en la que la luna de miel entre niño y libro pareciera quebrarse.

Pues bien, yo creo que sólo se trata de un impasse.

Los posibles motivos de la falta de motivación hacia la lectura son:

  • Desvalorización de la lectura.

  • Escaso hábito lector.

  • Falta de motivación por parte de la familia.

  • Pérdida del compromiso social hacia la lectura como patrimonio cultural.

  • El uso excesivo e inadecuado de las nuevas tecnologías de comunicación.

  • El acceso a bibliografía que no es de interés de los alumnos.

  • Desinterés por parte de los adolescentes

Allí, el adulto significativo, padre o educador, debe hacerse presente con una serie de opciones que puedan volver a atrapar al latente lector.

Una de mis estrategias preferidas es apuntar a la sensibilidad social. Cuando el tema es serio, cuando lo que convoca la lectura moviliza, es muy difícil que el preadolescente pueda mantenerse al margen.

Libros como Mil Grullas, de Elsa Bornemann, se vislumbran como puertas que abrirán la mente para un hambre de saber más. La guerra no es ajena a los niños, es un temor que se yergue dentro de cada uno, hayamos o no vivido la situación bélica.

Querrán así saber más, conocer más acerca de los horrores de la Guerra, y con él sobrevolarán las dictaduras, las injusticias sociales, y en menos de lo que canta un gallo los tendremos prendidos una vez más al libro.

Los cuentos de misterio, el cuento fantástico latinoamericano y también su influencia social, sus vaivenes en la política, los atraparán y les permitirán vincularse nuevamente con la letra escrita, portadora de un sinfín de historias que podrían ser reales.

Casa Tomada, de Julio Cortázar, por ejemplo, podría disparar un interesante debate.

Según Noé Jitrik (1984:3)

"la lectura "crítica", finalmente, sería una lectura que culmina un sistema, no ignora las etapas precedentes y entienden- o lo pretende- asumir la pluralidad de niveles tanto en la comprensión del objeto legible como en la conciencia acerca de su propia actividad."


Es importante también que en el círculo cercano al niño o adolescente se lea, se comparta la lectura. Se lee por aficción pero también por imitación.

Consejos que invitan a leer

  • Empezar desde pequeño: no es necesario esperar a que el niño aprenda a leer para fomentar en él el amor por la lectura; el periodo anterior a los seis años, edad madurativa en la que los niños empiezan a leer, es fundamental para potenciar sus hábitos posteriores. Leer con ellos es la principal actividad que los padres deben realizar en estas edades, crear un momento especial de lectura al día, en un lugar tranquilo, ayudará a que el niño asocie el hecho de leer a un acto placentero, en el que su padre o madre está por completo dedicado a él; asimismo, el niño, gracias a estas lecturas, comenzará a asociar los sonidos con las palabras, ampliará su vocabulario, en definitiva, adquirirá unas habilidades previas que hará que el posterior proceso de aprendizaje de la lectura sea más fácil.

  • Regalar libros: regalar un libro a un niño, de la misma manera que se regala cualquier otro juego o juguete, incluso darle la categoría de regalo especial, por ejemplo haciendo que regale él libros a sus amigos en sus cumpleaños, ayudará a que los pequeños identifiquen los libros como algo valioso e importante; asimismo, es conveniente llevarlo con frecuencia a una librería, para que elija los que más le gustan, para que vea cómo se renuevan los títulos y pueda esperar con ansía el momento de recibirlos.

  • Enseñarle la utilidad de la lectura: además de ser una actividad placentera y de ocio, los niños deben conocer que la lectura es también una fuente de conocimiento; una de las mejores ocasiones para demostrárselo es buscando en los libros las respuestas a muchas de las múltiples dudas y preguntas que diariamente plantean a sus padres; leerle el significado de una palabra en un diccionario o enseñarle una fotografía en un libro de aquello que desconoce hará comprender al niño la utilidad de los libros. Por otra parte, cuando el niño muestre un interés significativo por un tema concreto, los padres también pueden buscar en la biblioteca o comprar un libro relacionado con ese tema, de modo que el pequeño sepa que gracias a los libros puede ampliar sus conocimientos sobre aquello que le interesa.

  • Crear su propia biblioteca: además de que el niño comience su propia colección de libros desde pequeño, es importante concederle un sitio para que pueda colocarlos ordenadamente y acceder a ellos con facilidad, para que cuando sienta el deseo de leer pueda hacerlo y elegir el libro que quiera sin dificultad. Podrá servir de ayuda el enseñarle a clasificarlos por temas, por autores, por colecciones, etc., fomentando de esta manera también el hábito del orden en él; una idea original puede ser catalogarlos con carteles de colores, marcando por ejemplo los que ya se ha leído, o los preferidos, así podrá encontrarlos siempre fácilmente.

  • No obligarle a leer: tal como afirma Daniel Pennac, en su ensayo 'Como una novela', donde aborda la problemática de la falta de lectura en los adolescentes, "el verbo leer no tolera el imperativo", es decir, el obligar a leer no lleva a ningún resultado positivo al igual que cualquier cosa impuesta por los adultos. Lo importante no es conseguir que el niño lea, el logro es que quiera leer y para eso hay que darle la libertad de elegir hacerlo o no; el papel de los padres en este sentido debe ser fomentar el interés hacia la lectura con pasos y actividades como los que se han mencionado anteriormente. Sólo de este modo, se logrará que el día de mañana cuando la lectura de una obra se acerque al final, el niño en vez de alegrarse por terminar el libro se lamente de que la diversión se acaba.

"El placer de leer estaba muy cercano, secuestrado por esos graneros adolescentes por un miedo secreto: el miedo (muy, muy antiguo) a no entender "

Daniel Pennac

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