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Estimulación temprana: qué nos ofrece hoy

  • Foto del escritor: Admin
    Admin
  • 29 jul 2017
  • 3 Min. de lectura


En la actualidad, ya está comprobada e instalada, desde las distintas áreas del conocimiento científico, la importancia de la intervención temprana. Ya no se discute si es necesario intervenir "precozmente", sino cómo, cuándo, para qué y con quién intervenir. Los estudios actuales desde las neurociencias, teorías del conocimiento, psicología, psicolingüistica, coinciden en el enorme peso que tienen los vínculos tempranos en el desarrollo del Sistema Nerviosos Central, y en la adquisición de los aprendizajes.

Se observa de todas maneras que existe un exceso de ofertas de estímulos, en general para todos los niños pero en particular para los que portan una dificultad.

Primeramente debiéramos definir Estimulación Temprana como un abordaje terapéutico que se utiliza en niños con problemas del desarrollo desde su nacimiento y cuyos principales destinatarios son los familiares y personas que cuidan de él.

Al comenzar los `60, la medicina comienza a leer los límites en el abordaje de los problemas del desarrollo y convoca a otras disciplinas para conformar un dispositivo que pueda llevar adelante los tratamientos de niños con dificultades y sus familias.

A partir de la crisis económica y política de fines de los ´90, con importantes sectores de nuestro país expulsados a la marginalidad y la pobreza, se instala con mayor fuerza la necesidad de formar profesionales específicamente orientados a llevar adelante una tarea de información, contención y fortalecimiento de vínculos tempranos.

Se reconocen dos grandes campos de intervención:

Terapéutico: cuando la patología está instalada.

De promoción de desarrollo infantil: en los grupos de alto riesgo, biológico, psíquico y social.

Para analizar el primer grupo tenemos que partir de pensar qué pasa cuando en el preciso momento de un nacimiento, cuando la madre está concentrada en adaptarse y satisfacer las necesidades de su hijo, sucede algo inesperado que aparece como signos que hablan de la posible presencia de un Síndrome Genético o alguna alteración neurológica, Dichos signos son leídos desde la medicina y entregados a los padres en forma de diagnóstico.

El conocimiento de este diagnóstico irrumpe, rompe envolturas e ideales, causa angustia, dolor, sentimientos de desconocimiento. Pero pone en movimiento la maquinaria de especializaciones al servicio del niño y la familia.

Lo que anteriormente desde Itard (1800) y Montessori (1900) se ofrecía como un conjunto de ejercicios sensoriales, sostenía el concepto de niño reducido a un conjunto de impresiones sensoriales. En estos casos, se toman las actividades como un objetivo en sí mismo y se corre el riesgo de llevar a conductas estereotipadas y sin sentido para el niño.

Desde un supuesto saber científico se habla de "estos niños..." y se los agrupa con predicciones futuristas, por ejemplo, no podrá ir a la escuela común, tendrá problemas de lenguaje, etc. Entonces nos encontramos con un diagnóstico que dice al padre cómo es su hijo y una predicción que les dice cómo será, o lo que no será...

Hoy en día los objetivos terapéuticos señalan la importancia de trabajar el lugar de la técnica, en el sentido de ofrecer a cada niño y su familia todas las herramientas que permitan desarrollar sus potenciales y dar cuenta de qué y cómo se realizan las intervenciones terapéuticas. Será trascendental la formación multidisciplinaria y el sostén de un equipo que atienda las áreas constitutivas del desarrollo infantil: biológica, psíquica y cognitiva.

El segundo grupo refiere a los niños que por distintas circunstancias, mayormente sociales, están expuestos a una mayor vulnerabilidad o posibilidad de presentar problemas en su desarrollo. Aquí también son necesarios profesionales especializados en una ética de respeto a la subjetividad y saberes previos de cada familia ya que no se trata de ejercitar al niño como única actividad sino saber leer y sostener a la familia y conocer de a poco las funciones que se encuentran afectadas.

Y para terminar, será siempre importante preguntarse ¿Qué necesita un niño pequeño?

Un niño pequeño necesita un adulto que lo acompañe, que lo sostenga y que lo ame, y en caso de irrupción de una adversidad, un ambiente que favorezca la optimización de su unicidad, para continuar caminando de la mano junto a él, creciendo, siempre mirando hacia adelante y reinventando lo que parece de antemano un futuro ya escrito.

 
 
 

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