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¿Es el juego una cuestión de género?


El juego, el vínculo, la forma de relacionarse con los otros (pares o no) parece evidenciar dentro del ámbito escolar y fuera de él algunas cuestiones de género que suelen inquietarnos como padres y como docentes.

Una situación de juego habitual: dramatización con diferentes elementos (ropa, bebés de juguete, elementos de cocina, herramientas, etc). Una visión que se repite en todos los jardines y en todas las salas desde tiempos inmemoriales, en todas partes del mundo.

Un niño que elige vestirse con ropa de niña, pasear bebés en cochecitos, colocarse collares y disfrutar en el intercambio lúdico con otras niñas ha sido y sigue siendo tela de juicio y de miradas extrañas entre los adultos que lo rodean. Lo mismo una niña disfrazada de Superman construyendo con maderas y herramientas en lugar de ser la cálida princesa. Padres preocupados, entrevistas, prohibiciones, consejos que terminan habitualmente sugiriendo “empapar” al niño/a en cuestión en actividades propias de su género.

Ahora bien, hasta aquí un pantallazo de lo que podría ser cualquier escenario imaginable.

Tenemos un largo recorrido para arribar a algunas conclusiones útiles.

A modo de introducción.

La identidad de género normalmente se define alrededor de los 5 años. Nos referimos a la identificación del niño con su orientación sexual, lo que se diferencia notoriamente del sexo y del género.

Mientras el sexo es determinado por un una alineación cromosómica al momento de la concepción, el género tienen que ver con el papel social de lo que definimos y conocemos como masculino o femenino. Es un concepto más profundo. El juego y los juguetes

Algunos padres creen que las niñas deben jugar a las muñecas y los niños con carros. Sin embargo, el psicólogo y sexólogo José Manuel González, del Centro de Psicología y Sexología del Caribe, piensa que esta visión es muy radical “no solo con carritos y con pistolas los niños son hombres. Al contrario, pueden convertirse en seres violentos”, afirma. Para el psicólogo clínico Guillermo Arévalo Parada, director general del centro de acondicionamiento físico infantil Sport Medicine Kids, el problema no es el juguete que selecciona el niños sino de la interpretación que hacen los adultos de elementos como la taza de té, la muñeca o el carro. “El ser humano ve con más naturalidad que un joven use un arete hoy, pero hasta hace poco era rotulado de manera ofensiva por direcciones sociales o de machismo. Esto prueba que los entornos, las épocas y las modas tienen que ver en el proceso psicológico de los niños”. Según los especialistas, existen muchos juegos neutros, que son para ambos sexos, como por ejemplo, el ajedrez. “Aunque todavía ocurre en los comerciales de televisión, hace 30 años estaba más marcado el juguete de acuerdo con el género, pero ahora no se puede obligar a ningún niño a tener uno que no le interesa”, aclara el doctor Arévalo.

Etapas en el desarrollo de la identidad sexual De 0 a 1 año La sexualidad en un niño recién nacido está muy vinculada a la relación con sus padres. Su vivencia a través de los cuidados y las caricias de sus progenitores. A través de ellos se crean lazos afectivos que serán necesarios para el desarrollo social y sexual de estos niños. De 1 a 3 años y medio En la segunda etapa, el niño tiene un estrecho vínculo con su familia, esto hace que su pensamiento se vaya enriqueciendo. En esta etapa se oponen a las reglas que imponen sus padres, como una forma de afianzar su independencia. Asimismo, experimentan más sensaciones de placer al controlar los esfínteres y al evacuar, con lo que empiezan a conocer su cuerpo, lo que necesitan y lo que les produce placer. Esta etapa o fase, de acuerdo a las teorías psicoanalíticas de Sigmund Freud, se divide en expulsiva y retentiva, primero ve placer en largar y luego en retener, un fenómeno típico correspondiente a la fase anal. De 3 años y medio a 6 años En la tercera etapa, se caracteriza por la exploración del mundo, tanto a nivel físico, como social, con lo que refuerzan los vínculos con su familia y amigos. Por ello, comienzan a descubrir su sexualidad y nos encontramos con el periodo de enamoramiento del padre del sexo opuesto o en algunos casos hasta del mismo sexo. Por otro lado, aprenden a relacionarse con otras personas y a ensayar sus roles sociales así como a identificar su propio sexo. Es importante que los padres no coaccionen las conductas que puedan ser del sexo opuesto

¿La actualidad condiciona? La diversidad sexual nos indica que existen muchos modos de ser mujer u hombre, más allá de los rígidos estereotipos, siendo el resultado de la propia biología, que se desarrolla en un contexto sociocultural. Se debe considerar que, aparte de la unión sexual y emocional entre personas de diferente sexo (heterosexualidad), existen también relaciones emocionales y sexuales entre personas del mismo sexo (homosexualidad) que -aunque tengan una larga tradición en las culturas antiguas tanto de Oriente como de Occidente- en algunos países siguen siendo valoradas negativamente y hasta son causa de discriminación social. No en vano se dice que la formación de la identidad sexual de los niños, más allá de depender estrictamente de factores genéticos, está determinada por la educación y las influencias adquiridas del contexto social en el cual viven.

Los tiempos han cambiado

Nuestras expectativas sobre lo que "las niñas hacen" y los que "los niños hacen" han cambiado. Con frecuencia las niñas sobresalen en los deportes y en materias que tradicionalmente se pensaban como masculinas. Con frecuencia, los niños sobresalen en materias artísticas consideradas en el pasado como tradicionalmente femeninas. Todos los niños exhiben comportamientos que alguna vez fueron considerados como típicos del género opuesto —Nadie exhibe exclusivamente rasgos femeninos o masculinos —y esto es normal.

Cuando los intereses y las habilidades de un niño son diferentes a lo que espera la sociedad, él o ella con frecuencia son víctimas de la discriminación y hostigamiento. Es natural que los padres quieran que su niño sea aceptado socialmente. Sin embargo, los niños deben sentirse cómodos y a gusto consigo mismos. Si su niño no sobresale en los deportes o no le interesan, por ejemplo, existen muchas otras oportunidades y áreas en las que él pueda sobresalir. Cada niño tiene sus propias cualidades o puntos fuertes y a veces éstas no coinciden con sus expectativas o las de la sociedad, pero estas cualidades son y serán la fuente de su prosperidad.

Nuestro rol como docentes

Circunstancias dentro del juego como las antes enunciadas pueden pasarnos, si ya no ha sucedido, a cualquier docente en ejercicio. Puede pasarnos como padres también, y sin juzgar la apertura de cada uno a estas situaciones quizá lo primero que surja sea la preocupación y el qué hacer ante esto.

Debemos diferenciar, y para eso ha servido el marco que le hemos dado a este blog, situaciones habituales como niños que pasean muñecos, que ensayan para la llegada de un hermano, que desafían su curiosidad vistiéndose como las nenas, o a la inversa, de aquellas conductas que por repetición y rozando quizá los 4 o 5 años nos "hacen ruido" de alguna manera.

Aquí debemos detenernos en nuestro rol. El docente presenta una situación lúdica común para niños y niñas. Probablemente en estos momentos de juego su intervención sea baja o casi nula más allá de la propuesta, ya que los niños se vincularán con el material y con sus pares de manera espontánea. El docente observa. Puede en ocasiones sugerir si lo cree necesario. Pero... aquí surgen las preguntas...

¿Cuánto de esta observación/intervención tiene que ver con nuestra propia historia, nuestros prejuicios y nuestros estereotipos?

¿Cómo ayudo a un niño/a a desarrollar su identidad sexual sin intervenir en cuestiones personales o familiares?

¿Es mi deber como educador "enseñar" cuestiones de género, más aún, en momentos de juego?

Pienso que el juego continúa siendo nuestra principal manera de propiciar el intercambio con otros, el descubrimiento de las propias habilidades y capacidades de los niños, y desarrollar su autoestima como puerta al mundo. No debiéramos contaminarlo con intervenciones que, en definitiva, no harán diferencias en nuestro modo de relacionarlos con el proceso de enseñanza y aprendizaje. ¿A qué me refiero? Plantear el juego como una herramienta de diferenciación sexual puede ser un error garrafal en los tiempos de diversidad que corren. Nuestro compromiso como docentes de acuerdo al Diseño Curricular no es enseñar a ser niños y niñas, peinados con moños o corbata según corresponda. Sino por el contrario, educar en la diversidad y el respeto comienza quizá desde el respeto por los materiales de juego que cada alumno elija. Y en definitiva y respondiendo a la cuestión de fondo, si comenzara a observarse en alguno de nuestros alumnos una elección sexual diferente, saber que hemos sido citados a nuestro ejercicio para enseñar el camino de las habilidades y los saberes más allá del sexo, religión, orientación sexual, origen, raza y capacidad física o intelectual. En la medida que sepamos pararnos ante esto, podremos resolver el paso siguiente, que será cómo encauzar la preocupación de la familia.

Una preocupación que parece seguir intacta

Padres que solicitan entrevistas. Preocupados porque su hijo no hace más que jugar con las muñecas de la hermana, usar los tacones de su madre, o porque lo han descubierto maquillándose a escondidas. Padres preocupados porque su niña elige ser superhéroe y desestima la casa de muñecas.

Puede pasarnos. Podemos ser los docentes, podemos ser los padres.

Si somos los docentes, sólo nos quedará escuchar con atención y respeto la inquietud del padre que recurre a nosotros. Probablemente podramos brindar información al respecto de lo que ocurre con el alumno dentro del ámbito del Jardín. Pero en todo momento debemos separarnos de la situación de “preocupación”. No debe “preocuparnos” la elección del alumno. Puede llamarnos la atención lógicamente, podemos informar, podemos ayudar. Pero en todo momento debemos dejar en claro que no es preocupación para nosotros la elección sexual que el alumno pudiera comenzar a tomar en su primera infancia. En primer lugar, pueden deberse tales condiciones a situaciones no respondan a una elección sexual a priori sino a situaciones vinculares y parentales no resueltas al momento. Y en segundo lugar, en caso de comenzar a vislumbrarse una orientación hacia la identificación con el sexo opuesto excede plenamente al ejercicio de nuestra función como docente.

Por el contrario, resaltar ante la familia que es el Jardín un espacio donde toda situación de enseñanza o juego se presenta ante todos por igual, y que son las elecciones y procesos propios de cada niño lo que determina el cauce que tome aquello que se ofrece.

Rescatar tal como lo indica el Diseño Curricular vigente que el docente debe actuar sin prejuicio en lo relativo al género procurando no enfatizar algunos aspectos superficiales basados en sus preferencias lúdicas.

Esto se sintetiza como un acompañamiento, una escucha, pero en ningún momento un rol de enjuiciamiento o preocupación. A nosotros no nos preocupa que el niño pueda elegir tal o cual juego o juguete, nuestra preocupación es que el niño se desarrolle en un clima de confianza donde pueda estar contenido, donde pueda potenciarse su autoestima, donde pueda valorarse lo que es como persona más allá de su género o cualquier cuestión que lo describa como individuo.

Como padres, cada familia deberá pensar de acuerdo a sus propias características como se parará frente a esta situación.

A modo de cierre

Los varones no lloran. Las niñas no juegan con pelotas. Afirmaciones de ese tipo continúan dirigiéndonos a cuestiones de discriminación, desvalorización y pérdida de la autoestima.

Ser docentes. Ser padres. En tiempos de la postmodernidad se están poniendo a prueba todo aquello que creímos saber.

Será el momento de plantarnos más allá de nuestros deseos conscientes, si en la esencia de nuestro ser padres y maestros pretendemos niños y adultos blancos, negros, judíos, católicos, heterosexuales, homosexuales, o simplemente niños y adultos felices.


Bibliografía de Consulta.

  • Healthychildren.org. 2017. American Academy of Pediatrics

  • Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 2010. Diseño Curricular para la Educación Inicial. 4 y 5 años.

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