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Cambiar algo para que todo cambie...


Cambiar, desprender, emprender, desmalezar, volar...


No hay nadie que no quede perplejo ante la belleza de una mariposa en vuelo, o posándose en una flor.

Sin embargo, la mariposa no siempre ha sido mariposa...

Las mariposas realizan una metamorfosis (del griego meta-morfé "más allá de la forma anterior") completa, pues poseen un ciclo vital con cuatro estadios muy distintos: huevo, oruga o larva, crisálida o pupa, y adulto.

Son el ejemplo más claro que nos da la naturaleza respecto al cambio.

No hay mariposa que pueda desplegar sus alas sin haber pasado por esa metamorfosis.

Claro que los cambios duelen, los cambios cuestan...

Los cambios implican desprenderse de un algo anterior, para apostar a lo que viene.

Como quien desmaleza el campo en búsqueda de una mejora en los cultivos.

A veces, es necesario desmalezar.

Sacar de escena esos hábitos que formaron parte de otras infancias, otros tiempos, otra Escuela.

Quitar, desprenderse, para ir en búsqueda de lo nuevo.

No hay vuelo posible sin ese cambio.

No hay cosecha si no se prepara el suelo para la siembra.

No hay posibilidad de avance sin revisar el camino.

A veces se trata, incluso, de ir más ligeros de equipaje.

Porque cuando vamos emprendiendo ese cambio, nos vamos desprendiendo de lo innecesario.

Quizá emprender y desprender tengan eso en común...

... Una invitación a un vuelo libre, sin ataduras.

Una vez que dejan su estado de oruga, la mariposa inmediatamente no sabe volar.

Necesita que todos los movimientos de sus fluidos corporales se hayan estabilizado por sus alas y, posteriormente, esperar que estas se sequen.

¿Qué cambios o metamorfosis debemos transitar en la Escuela como institución?

¿Cómo desmalezar el terreno donde sembramos diariamente?

¿Cómo comprender que no se emprende sin desprenderse?

El Nivel Inicial se presenta como un maravilloso entramado que supone el reconocimiento del niño como sujeto de derecho, inmerso en un espacio destinado a proveerle una alfabetización cultural y democrática y un sinfín de habilidades y herramientas que determinarán su forma de aprender, de conocer el mundo y de conectarse con los otros.

Es en el disfrute de la infancia, en la indagación del ambiente, en el aprendizaje significativo y en el juego como el docente tiene la posibilidad de tomar acción, una obligación ética que subyace a su profesión casi como un juramento hipocrático.

Estoy convencida de la necesidad de crear espacios donde la coherencia, la progresividad y la significatividad den sentido a nuestra tarea diaria con los alumnos.

A veces sólo se trata de pequeños cambios, de ajustes necesarios vinculados al paso del tiempo y al momento histórico.

Otras, queridos colegas, serán batallas más duras, donde nos enfrentaremos nuestras propias prácticas sostenidas sin

porqués, a luchas curriculares, a guerras de egos y a incomodidades. Desmalezar será inevitable.

Nos une la necesidad de hacer lo mejor por estos niños, por estas infancias plurales.

Podemos entonces entender que nos lleve más o menos tiempo. Pero vamos, que la invitación al vuelo siempre es tentadoramente maravillosa.



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