Celebrando la educación
Todavía siento que puedo cambiar el rumbo de las cosas...
Todavía me estremezco cuando pienso en la maravilla de lo que hago...
Todavía me siento artesana...
Todavía me reinvento, me cuestiono, me pregunto...
Camino constantemente la duda...
Carezco de certezas absolutas...
Subo y bajo montañas, pero nunca camino en mesetas...
Vivo en un mundo niñocentrista, donde todo es para ellos...
Quizá por eso cuando me miro en el espejo siento que sigo siendo niña,
me divierto con lo que hago,
me enseño a mi mísma.
acompaño, me enojo, sonrío...
Me indignan las mismas injusticias de antaño, y me indignan las nuevas.
Tomo acción, me muevo, no sé quedarme quieta.
No conozco la escuela de la pluma y la palabra, ni la letra con sangre entra.
Diseño una escuela donde el niño se apropia del mundo que lo rodea y que por derecho le pertenece.
Mantengo algunas prácticas en desuso, sólo porque estoy encariñada.
E interpelo otras casi sin piedad por mí misma.
Pero cada vez que me pongo el guardapolvo,
cada vez que agito las hojas de un cuento,
cada vez que digo hoy vamos a aprender...
cada día, después de tantos años,
digo ¡sí señores, soy educadora...
cambio el mundo todos los días!