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Propiciar la reinterpretación de obras de Arte: el desafío.

Habituados a las perfectas monalisas, garantizar un espacio donde los alumnos puedan interpelar la obra, apropiarse de su significado, disfrutarla y luego reinterpretarla, parece todo un desafío...


La obra maestra de Velázquez es un icono cultural que ha inspirado a autores como José Ortega y Gasset, Dalí, Michael Foucault o Picasso, quien realizó un completo estudio de la obra.

La influencia de Las meninas de Velázquez va mucho más allá de lo meramente pictórico: ha estimulado la cultura hasta convertirse casi en un icono pop, y es uno de los cuadros más versionados del Museo del Prado.


Por otro lado, si tal vez la popularidad del arte como icono cultural sea la consecuencia inevitable de las obras inmortales que dejaron los artistas más memorables de la historia; y los museos, los medios y las instituciones deban aprovechar la viralidad del arte para divulgar acerca de sus conceptos. Tal vez, en la era de la inmediatez, el fenómeno viral sea una nueva forma de consumir arte, el arte a modo de “fast food”.


En el ámbito educativo, especialmente en el Nivel Inicial, se ha atravesado y se atraviesa aún la necesidad aparente de crear pequeños genios de la pintura dentro de las salas.

Olvidamos que el más maravilloso propósito que podemos abordar es, precisamente, el acceso al bagaje cultural que el Arte propone, con la cuota de personalidad que cada alumno puede darle.


Es necesario, por ello, abordar propuestas concretas que visibilicen la reinterpetación de las obras pictóricas por parte de los niños, poniendo en juego todo su potencial creativo y emocional al momento de enfrentarse al lienzo en blanco, que como siempre digo, representa su hoja.


La posibilidad de investigar, indagar, interpelar las obras, ir conociendo progresivamente diferentes artistas que son pasos obligados de la cultura artística, será mucho más significativo si proponemos la reinterpretación de los clásicos...


Obras como "La Última Cena" de Da Vinci, transformadas en meriendas...

Monalisas color flúo, con sombreros y anteojos....

Guernicas coloridos donde la paz y la solidaridad sean el tema...


No se trata de un desmerecimiento de la obra de los grandes artistas, sino por el contrario de desmenuzar su esencia y llevarla a otro plano, donde el alumno en solitario o en pequeños grupos, intervenga con cambios que le permitan expresar sus percepciones.

Reinterpretar una obra nos resguarda del fracaso asegurado de la copia, donde velamos por los hábiles y astutos, y humillamos a los que no lo logran.

Reinterpretar una obra es dar la posibilidad de almacenar el dato del original y transformarlo en un proceso creativo que dejará huella.


¿Cómo lo hacemos?

Tomen una obra, cualquiera sea su autor.

Investiguen sobre el artista, conózcanlo, pregúntenle cosas que puedan responderse mediante la indagación simple.

Recorran su obra.

Elijan una obra icónica, e incorporen a su trabajo las suficientes variables como para permitir que se reconozca la inspiración, pero que no se vea una copia exacta de la misma.

Operen cambios de colores, paisajes, peronajes, situaciones...

Dramaticen la obra en 3D, pero con dramatismo escénico o con alegría extrema.

Es un excelente recurso para armar secuencias desde la virtualidad.


Como siempre digo, cambien algo...

Que cuando cambiamos algo, todo cambia...


Ya no buscaremos en la sala pequeños Picasso, Vincent o Frida. Buscaremos niños que aprendan signiticativamente y que sean dueños de su proceso creativo, de principio a fin.


















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