En épocas de crisis: Educar en la autogestión
Todos somos el niño que fuimos. Somos nuestro presente y también somos nuestras historias. ¿Estamos dispuestos a que nuestros niños no las repitan? ¿Trabajamos en la delgada zona del cuidado y de la autogestión? ¿Somos capaces de enseñar en el límite pero no en la obediencia debida?
Por estos días, los seres humanos vivimos asaltados por el miedo. A duras penas sabemos cómo seguir adelante cuando el mundo parece caerse a pedazos y nada de lo que pensábamos duradero parece durar...
La pandemia del coronavirus vino a poner en jaque más de una estructura, a desarmar lo que parecía un combo perfecto y a obligarnos a cambios de hábito, modos de relacionarnos, de enseñar, de vincularnos con el otro y con nuestros propios miedos.
Es muy difícil en medio de la tormenta erigirnos como adultos significativos, cargar a cuestas nuestras premoniciones más oscuras y mostrarnos indisolubles ante el niño.
Como padres y docentes, debemos reconocer en esta crisis la oportunidad de sabernos prescindibles y encarar por tanto una educación que promueva la autogestión.
Educar con el miedo supondrá niños temerosos.
Debemos promover en ellos la capacidad del autocuidado, del reconocerse como seres importantes para el resto y para sí mismos y por tanto emprender acciones de prevención personal y social.
Enseñarles que es en el cuidado de sí mismos como pueden cuidar al resto.
Abordar con los niños con claridad y sin dobleces aquellas cuestiones profilácticas que les permitirán mantenerse sanos y seguros:
Higiene correcta de sus manos. La OMS sugiere entre 40 y 60 segundos de lavado, la cantidad mayor de veces por día que se pueda.
Estornudar y toser tapándose con la parte interna del codo.
Ingerir líquido permantemente para mantener las vías aéreas hidratadas.
No tocar permanentemente a los otros. Respetar el cuerpo del otro como un territorio privado. Esto no significa "desafectivarse" sino buscar nuevas maneras de "vincularse".
Comprender que toda situación de salud merece atención y conciencia, y sobre todo colaboración por parte de niños y adultos. Darles la posibilidad de ser partes de la solución en lugar de llenarlos de miedo.
Es necesario por tanto jugar en el límite de poder cuidarlos y enseñarles a cuidarse y cuidar a los otros.
Niños autogestantes, autónomos que sepan moverse en la prevención y reconozcan su rol dentro de la sociedad al momento de enfrentar problemas y buscar soluciones.
