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Mi cuerpo es mi territorio


Hoy les acerco un video maravilloso para compartir... Muy adecuado para trabajar en la primera infancia las nociones de privacidad, lo público y lo privado, y hablarlo con naturalidad, sin tabúes ni tapujos.

Conocer y cuidar el propio cuerpo ha sido en los últimos tiempos uno de los ejes que abarca la ESI. Los docentes, en todos los niveles, debemos propiciar instancias que orienten en nuestros alumnos a conocerse y reconocerse en sí mismos y conocer y respetar al otro en su integridad.

Pero... ¿Necesitamos actividades específicas para esto?

Es difícil considerar que contenidos tan transversales e importantes se abarcan en una sola clase. Es a través de la visión coordinada, coherente, progresiva y continua que se podrá considerar la enseñanza vinculada al conocimiento del propio cuerpo y todas las aristas que esto implica. De igual manera, las visiones radicalizadas y los enfrentamientos socio-políticos, conceptuales, paradigmas arraigados, no contribuyen en absoluto en la medida que dejan a la buena voluntad o no de unos y otros un eje fundamental.

Como siempre, yo creo que hay dimensiones de la educación que deben ser tratadas con respeto y seriedad, y esta es una de ellas.

Conocer la propia soberanía sobre el cuerpo es algo que desde Nivel Inicial trabajamos por ejemplo cuando respetamos la intimidad al momento de ir al baño o de cambiar a un niño. Cuidar y respetar el cuerpo del compañero se trabaja orientando al alumno cotidianamente acerca del derecho a la privacidad del otro.

Quizá los aspectos biológicos, al menos en nivel inicial, queden subordinados a esta cuestión ineludible de la privacidad. Sin embargo, el rigor científico nos lleva como educadores a tomar acción y llamar las cosas por su nombre.

Cuando nos referimos al cuidado del cuerpo desde la ESI, abarcamos una multiplicidad de temas relacionados con el ejercicio de los derechos: el conocimiento y el respeto del propio cuerpo y el respeto por el cuerpo del/la otro/a; el reconocimiento de la propia intimidad y la de los/as otros/as; el ejercicio placentero y responsable de la sexualidad, el modo en que las construcciones de género condicionan la percepción y valoración del cuerpo de las mujeres y varones y sus vínculos; la expresión de las emociones y la afectividad a través del cuerpo, la promoción de buenos tratos, la construcción de la autonomía; la toma de decisiones conscientes y reflexivas sobre el propio cuerpo, el respeto por la diversidad y la protección de salud, entre otras cuestiones.

Cuando hablamos del cuerpo, tenemos que tener presente que no se agota en la dimensión biológica, sino que la mirada es constituida por significados y valoraciones que realiza la sociedad, en un contexto social, económico y político determinado. Nuestro cuerpo lleva “marcas”: miradas, contacto, lenguaje que las personas más próximas afectivamente tuvieron con nosotros y nosotras en nuestra infancia y que seguramente han sido reforzadas/ profundizadas, o bien puestas en cuestión en la escuela o en otras instituciones. La propia imagen que tenemos sobre nuestro cuerpo, probablemente ha sido construida por mensajes y discursos contradictorios o diferentes que provienen de diversas fuentes. Sin ir más lejos, los medios masivos de comunicación, y el modelo consumista tienen un gran peso en lo que respecta a la forma de entender y vivir el cuerpo desde la mirada del mismo como objeto de consumo, desde un ideal de belleza.

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