Juega mucho y juega bien...
- Admin
- 6 jun 2019
- 4 Min. de lectura
«Juega mucho y juega bien, juega como si tu vida dependiera de ello. Porque depende…»
Dean Koontz.

El juego es una herramienta imprescindible en la educación de los niños. A través del juego los menores descubren, investigan, reflexionan, prueban,… El juego les permite “recortar un trocito del mundo y manipularlo” en palabras de Tonucci. De hecho, físicos como el estadounidense Robert Oppenheimer dice que niños jugando en la calle serían capaces de resolver algunos de los problemas clave en física, ya que ellos tienen formas de percepción sensitiva que, como adultos, perdemos con el tiempo.
El juego se plantea a sí mismo como una actividad recreativa, de ocio, generalmente no reglada, o donde las reglas se conocen previamente, que genera placer a quien participa de él.
De todos los lenguajes lúdicos que el niño experimenta en su primea infancia, es el juego simbólico el de mayor riqueza. A través de él, se representa, se ensaya, se proyecta, se fantasea... En el juego simbólico, tal como lo indica su nombre, predominan los símbolos. Esto significa que los objetos o acciones que se utilizan adquieren un significado diferente, añadido, transformado. Y es allí donde sucede la magia: lo literal se transforma en fantasía...
Suele pensarse que el juego simbólico comienza a desarrollarse alrededor de los dos años, pero la realidad es que el ser humano es un ser simbólico por naturaleza, y desde que nacemos adjudicamos significado a diferentes acciones, las repetimos y las evocamos. Así es como, un niño de un año es capaz de mecer en sus brazos a un bebé... No obstante, es alrededor de los dos años cuando situamos el comienzo de la capacidad simbólica, que, en su máxima expresión semiótica se vislumbra con el lenguaje, como conjunto de símbolos, sonidos y representaciones mentales complejas que implican que al decir "vaso" el niño represente mentalmente "un vaso".
En el juego simbólico, el niño imita muy a menudo la vida cotidiana de los adultos, reproduce los dibujos animados o películas que ve, crea situaciones o escenarios nuevos, fruto de su cada vez más amplia imaginación. O incluso proyecta sus conflictos internos, canalizando tensiones y deseos, miedos, que representa para entender mejor. Por ejemplo, cuando el niño reta a su muñeca porque no quiere comerse la verdura, o al contrario, adopta un rol más permisivo y le deja comerse los postres.
Un juego simbólico que avanza permite realizar, a través del lenguaje, acuerdos que en un principio son implícitos y luego son compartidos o explícitos, entre pares por ejemplo, cuando comienza la asignación de roles en un juego (vos la mamá, yo la hija...). La planificación previa de la instancia lúdica, alrededor de los cuatro años, nos dará la pauta de un juego de mayor complejidad.
CÓMO ESTIMULAR EL JUEGO SIMBÓLICO EN LA SALA O EN CASA
LOS JUGUETES "NO ESTRUCTURADOS"
Lo fundamental es que al menos varios de los materiales que tenga el niño a su alcance sean “juguetes” no estructurados. Es decir, materiales que no tengan ningún fin concreto. Con ello me refiero a bloques de madera, piedras, palos, cajas de cartón, etc. No tienen ni porqué ser juguetes. En cambio, los juguetes estructurados son aquellos que tienen un fin concreto, en los que el propio material ya indica para que sirve (una cocina, elementos para cocinar, por ejemplo).
¿Pero por qué es importante ofrecer materiales no estructurados? Porque cuando les damos juguetes a los niños con un diseño muy específico (herramientas de trabajo, tazas y platos de juguete, coches con luces y sonidos, etc.) realmente no está surgiendo el “juego simbólico” sino que es “literal o imitativo”: los niños usan esos materiales imitando lo que hacemos los adultos con ellos y usándolos literalmente para lo que sirven. Pero el juego realmente simbólico nace cuando los niños recrean algo distinto sobre un “material, juguete o artilugio”, es decir, cuando juegan a coches con piedras o esas mismas piedras se convierten en monedas, cuando a unas maderas les dan el valor de una plancha, o un teléfono…
PARA REPENSAR LA PRÁCTICA
Organizar rincones en la sala, y que uno de ellos sea el rincón de dramatización, será un buen comienzo pero no suficiente.
Generalmente pensamos que con la propuesta de Juego en rincones ya damos un lugar al juego simbólico, pero es en realidad, como fuera antes dicho, un juego principalmente imitativo, donde lo que se transforma en simbólico es la situación general de juego. El rincón de construcciones, por ejemplo, puede ser un excelente espacio para desarrollar la conducta simbólica si proponemos armar con maderas, tapitas, ramas, una máquina de hacer helados...
Adjudicar a diferentes materiales una función distinta a la que fueron creados será la clave. Armar casas con cajas enormes, cocinar ramitas como si fueran fideos.
Aquí es donde intersectan juego simbólico y heurístico, en un nivel más avanzado que la exploración, es decir, en la adjudicación de sugnificado.
Una idea podría ser crear el rincón de "hagamos como si...", donde se propongan distintos elementos, para que los niños hagan de cuenta "como si fuera...".
Estoy segura que todos compartimos la importancia de que la niñez sea jugada. Un niño que juega es capaz de imaginar, sortear obstáculos, transitar frustraciones, elaborar conflictos, realizar acuerdos. Nosotros como adultos somos responsables de que nunca falten instancias de juego, y, en el mundo de lo inmediato, del juguete que todo lo ofrece y de las luces y sonidos, promover nuevamente infancias con cajas, palitos y piedras.
Comments